El 18 de enero de 2019 el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo, sufrió la tragedia más grande que haya vivido en la época reciente, una cuyas dimensiones no logran compararse con alguna otra en el país de esa misma naturaleza a no ser que regresemos más de tres décadas atrás para ver el caso de San Juanico.
De acuerdo con la información revelada por el mismo gobierno federal, alrededor de las 16 horas recibieron la notificación de la fuga de un ducto de Pemex, en el poblado de San Primitivo, Tlahuelilpan. Los elementos se trasladaron al lugar arribando alrededor de las 17 horas; esto, porque era de difícil acceso -según su versión- y porque ya se había realizado una probable extracción de hidrocarburo, habiéndose retirado los responsables. La zona estaba deshabitada a su alrededor, por lo menos 300 metros a la redonda, siendo tierra de cultivo.
Los elementos trataron de disuadir a la población, cuya concentración pasó de ser decenas a centenas, haciendo caso omiso a las autoridades. Presuntamente fueron notificados por líderes huachicoleros de la región de la fuga que superaba los 8 metros de altura además que se les habría dicho que no se preocuparan, que no iban a ser encarcelados, que aprovecharan el momento…
La rapiña incluso, se convirtió en fiesta para aquellos asistentes que jugaban y se reían del peligro, incluso se mojaban de combustible como si se tratase de agua; no sospechaban que la muerte afilaba su guadaña.
Pero alrededor de las 19 horas vino la tragedia y la explosión rebasó los 20 metros de altura; hubo “afortunados” que perecieron en el momento, de manera casi instantánea, pero también hubo muchos otros cuya agonía se prolongó unos minutos más dado que no alcanzaron a desprenderse del combustible que los envolvía.
Las escenas mostraron a gente huyendo del lugar con sus ropas encendidas, quienes tras unos metros lejos de las llamas, se revolcaron en el suelo para detener la combustión; pero en esta ocasión, los envueltos en llamas que se movían fueron los afortunados, pues hubo quienes quedaron inertes tras recorrer unos metros.
Gritos agonizantes así como los de personas buscando a sus familiares fueron parte del momento caótico. Después vino el silencio, uno que pareció largo pero que sólo duró unos segundos hasta que fue interrumpido por las sirenas, seguidas de una movilización.
Después del asombro vino la zozobra.
Llamadas a hospitales para buscar a los suyos, atención a las redes sociales y mirar cualquier noticia en la que pudiera darse alguna información que les ayudase a hallar a quien buscaban.
Mientras tanto, nadie se atrevía a dar un saldo preliminar sobre el número de muertos, pero tampoco tardó mucho en llegar. Así, cuando las familias esperaban nombres, relucieron los números. Comenzó con una cifra de 20, una que posteriormente y en cadena nacional se informó que superaba los 60. Actualmente rebasa los 100, incluyendo aquellos cuya hospitalización era inútil tras la gravedad de sus heridas. Los heridos rebasaron las 70 personas.
La rapiña contaba una parte de la historia pese a que hubo quienes sin escrúpulos la negaron para decir que se trataba de huachicoleros. Pero faltaba la otra parte, la de la ignición.
Los videos sugerían que había quienes allí cerca fumaron, más imprudentes e irresponsables que temerarios. El cigarro no puede prender la gasolina, pero la flama que prende al cigarro sí, especialmente en un lugar saturado de gases inflamables. Pero la explicación fue más científica: el mismo aglutinamiento de gente y el uso de ropa sintética provocó fricciones que detonaron la chispa; la misma causa que provoca en las gasolinerías incendios de los que abunda material consultable en internet.
Igual de trágico que la desgracia, aunque sólo en el terreno moral, fueron las burlas y mofas vertidas en redes, mismas que en descripción de Neruda fueran dagas lanzadas al aire con irresponsable cobardía y anónima crueldad.
Otros, más serenos pero igual de irresponsables pedían -o piden- castigo para los supervivientes, confundiendo la rapiña con el huachicoleo de la misma forma que confunden la tragedia con el castigo y la proporción de la falta con la de la pena. AMLO asegura que su gobierno no los sancionará, que se les da ayuda por ser mexicanos y porque es una obligación humanitaria.
(CUADRO)
Otras explosiones de ductos
2010 San Martín Texmelucan, Puebla. 28 muertos y 52 heridos.
2013 Tonanitla, Edomex. 7 lesionados.
2019 Acolmán, Edomex. 7 lesionados.
2014 Huehuetoca, Edomex. Sin heridos.
2018 Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco. Sin heridos.
2018 Monaguillo, Jalisco. Sin heridos.
Ejército oculta tomas clandestinas
Desde enero de 2018, Uno TV reveló la forma en que un grupo de militares adscritos a la Subdirección de Salvaguardia Estratégica de Petróleos Mexicanos (Pemex), encabezados por el general Eduardo León Trauwitz, presuntamente ordeñaban y obligaban a agentes de seguridad a ocultar evidencias de tomas clandestinas de combustible.
El caso fue denunciado por el exagente de Seguridad Física de Pemex, Moisés Merlín, quien es capitán del Ejército en retiro.
"(Se trataba de) borrar evidencia para restar o minimizar, o al menos engañar a quien debieran (para que se creyera) que la existencia de tomas clandestinas había disminuido", declaró para Uno TV.
Acusó a gerentes y subgerentes de Seguridad. En el documento se leen los nombres de Sócrates Herrera, Emilio Goscaya, Francisco Casas y Marcelino Mesinas.
"Eran quienes integraban la Gerencia de Seguridad Física, porque todo esto eran órdenes verbales sin que exista documento específico de cómo llevarlo a cabo", señaló.
Moisés Merlín trabajó como agente de Seguridad Física en la paraestatal casi cuatro años. Su función era custodiar ductos e instalaciones. Pero, dijo, fue obligado a borrar la evidencia de tomas clandestinas utilizadas por huachicoleros.
Sin herramienta especial y sin capacitación, los agentes de Seguridad Física realizaban el manejo técnico de las válvulas, presuntamente instaladas por delincuentes, situación que en sí misma podría constituir un delito.
Se cruzan de brazos: Hidalgo ostenta la policía más lenta del país
Hidalgo es uno de los estados con el tiempo de respuesta más lento de la Policía en llamadas de emergencia, reveló Paradigma.
De acuerdo a datos proporcionados por la Secretaría de Seguridad Pública de Hidalgo (SSPH), el tiempo de espera tras hacer una llamada al número de emergencia 911, es de 18 minutos, mientras el menor tiempo lo registró la Ciudad de México, que pasó de 2 minutos 46 segundos en 2016 a sólo 26 segundos a través de los botones de pánico, Hidalgo sigue en los últimos lugares de respuesta.
La reacción de la Policía de Hidalgo, de acuerdo a la SSPH, mide el tiempo promedio de respuesta de las llamadas de emergencia desde su recepción hasta su atención por las corporaciones, mismo que se espera bajar hasta los 16 minutos para el 2022.
Tampoco dejan cabos sueltos
Como publicó este medio, el 20 de enero fue asesinado a tiros Julio César Z.C., alias ’La Parka’, presunto líder de una organización criminal dedicada al robo de combustible, en los municipios de Mixquihuala, Tezontepec y Tlahuelilpan Hidalgo.
El hoy occiso, era una de las cabecillas del huachicol en Hidalgo, por lo que su "silenciamiento" entorpecería las investigaciones sobre el grupo criminal que se habría encargado de dejar una fuga en Tlahuelilpan, aparentemente sin cargar combustible y del que posteriormente derivó la tragedia.
’Al parecer fue un ataque directo en contra de él, pareciera un ajuste de cuentas; por información de inteligencia lo conocíamos como ’La Parka’, afirmó el secretario de Seguridad de Hidalgo, Mauricio Delmar Saavedra.
Julio César también operaba en Tlahuelilpan, donde el viernes pasado explotó una toma clandestina que dejó un saldo de 85 muertos y más de 70 heridos.