La Hoguera
Emmanuel Ameth
La agregadora Oraculus, misma que promedia los resultados de las encuestas de prestigio del país, daba a AMLO un 71% de aprobación por 23% de rechazo, es decir, la proporción de quienes le apoyan es 3 veces superior a la de sus detractores, un resultado aplastante y superior al 2 a 1 que se dio en las elecciones del año pasado. Pero eso fue hasta hoy y los indicadores se moverán mucho en las próximas mediciones.
Luego de tener moralmente en la lona al PRIAN y sin posibilidades de levantarse, la Guardia Nacional, proyecto insignia de la Cuarta Transformación para lograr la pacificación del país, provocó el primer revés en la era Andrés Manuel López Obrador.
Hasta antes de este día los opositores habían intentado de todo: Fake News, crear empresas falsas a su nombre, decir que el recurso no iba a alcanzar para sus programas sociales, criticar decisiones que si bien no eran bien vistas por las calificadoras, mejoran las finanzas del país, interponer amparos masivos para frenar los megaproyectos, etc. Nada de esto les había funcionado y la popularidad del presidente en su punto más bajo fue de 70%, superada solamente por otras dos mediciones en los últimos 25 años y sólo por dos puntos porcentuales como evidencia la agregadora descrita. Su punto más alto, 80% de aprobación, fue impensable para cualquiera de los mandatarios anteriores en cualquier momento.
Hoy el respiro que toma el PRIAN no viene por ninguno de sus esfuerzos sino por una operación fracasada.
La versión oficial dice que mientras patrullaban 30 elementos, recibieron una agresión por cuatro sujetos en una vivienda; al responder, uno de ellos era Ovidio Guzmán, hijo de “El Chapo Guzmán, mismo que fue detenido. Posterior, el Cártel de Sinaloa en respuesta comenzó a agredir y amenazar a la población, por lo que al verse rebasados en números, optaron por dejarlo en libertad.
Lo que la versión quiso decir fue que hubo un operativo quirúrgico, de pocos elementos, por medio de los cuales fueron a por aprehender a Ovidio Guzmán. A ello se debe el número y que ninguno saliera herido, pues se trató de un grupo de élite. Dada la infiltración del grupo criminal con las autoridades, no informaron a ninguna ni hicieron mayores despliegues que despertaran sospechas. Hasta aquí, la operación fue exitosa.
No contaron sin embargo con la capacidad de reacción de los criminales: les superaban en número, logística, refuerzos -entre los que ya se habla de autoridades municipales y estatales- y más importante, con armamento. Incluso liberaron reos para que les apoyaran en labores de tiroteo, estando estos ya listos para la acción -es decir, no fue espontáneo-. Aún así, el enfrentamiento se prolongó durante casi tres horas sin que hubiera avance alguno, por lo que los delincuentes negociaron al capo a cambio de garantizar la seguridad de la población, en especial la de los familiares de los militares. Aquí fue donde la operación fracasó.
La liberación sin embargo, no pudo darse sin el consentimiento de AMLO. Cuando el mandatario habló de anteponer la vida de los ciudadanos a la guerra, no bromeaba. Prefirió perder una batalla antes de declarar una guerra que si bien mediáticamente sería bien recibida en un principio dadas las condiciones en las que vive el país, le traería consecuencias futuras por hacer exactamente lo mismo que Calderón y Peña Nieto: traer muertes sin mejora alguna y elevar los índices de delincuencia.
En un futuro, la acción será vista con mayor claridad y probablemente goce de muchos adeptos. Hoy sin embargo, es un lastre político que deja un respiro a sus detractores, siendo más grave aún, el mensaje que brinda a los malosos: que sus fuerzas armadas no son tan fuertes y pueden ser chantajeadas, amén de su desarticulación que impide una reacción como la que ellos sí pueden tener en sus territorios.
Éticamente la decisión fue acertada.
Vista de modo práctico sin embargo, de nada le sirven a AMLO sus ideales si no se está en la posición de ejecutarlos, es decir, si los efectos de esta derrota merman su capacidad de poder impulsar su proyecto de gobierno. Porque ofrecer la cabeza de un funcionario no será suficiente.
Atizos
Todo gran problema social que requiera solución conlleva 2 fases independientemente de su complejidad: contener y reducir, en ese orden.
Así pues, no se puede llegar a la segunda fase sin cumplir con la primera.
La primera, hasta el día de hoy, llevaba su curso. Analizando la tendencia de la incidencia delictiva, se frenó el crecimiento que se venía llevando (cuya máxima pendiente correspondió a Calderón).
Lo sucedido el día de hoy en Culiacán es particularmente peligroso no porque sea el episodio más sanguinario de los últimos tiempos -desafortunadamente han habido muchos y peores- sino porque una presión mediática puede llevar a la implementación de grandes operativos que lo único que han demostrado es incrementar la delincuencia.
La estrategia de evitar confrontaciones directas -declaradas, porque no se evitan- era eficiente en tanto hubiera capacitación para estar preparados en caso de que se capturara un gran capo y pudiera haber respuesta inmediata a represalias.
AMLO menospreció al enemigo, pues la mafia que se le opone y cuyos intereses son cada vez más evidentes no sólo está conformada por políticos corruptos y empresarios, sino que también está coludida con grupos criminales, por ello la coincidencia de los episodios más violentos con la presentación de proyectos insignia.
Hoy se da cuenta de que las declaraciones de Anabel Hernández sobre que la Policía Federal de Calderón trabajaba para el Cártel de Sinaloa no fueron un juego; que las fugas del Chapo en los sexenios de Fox y Peña Nieto, así como un soborno a este último narrado en la corte estadounidense tampoco lo fueron. Hoy, debe existir un cambio en su política porque no puede abrir las puertas para que regresen aquellos que tanto daño hicieron al país..
