La frontera sur de Estados Unidos está entrando en crisis derivado de la persecución desatada por Donald Trump, quien está vaciando los campos de trabajadores migrantes. Las granjas necesitan mano de obra ya, pero, atemorizados, los campesinos prefieren no salir de sus casas.
Muchos agricultores temen que alzar la voz los convierta en blanco del Gobierno, dice hoy un amplio reportaje de The New York Times. ’Los republicanos conservadores de Texas, que controlan todas las ramas del gobierno estatal, han priorizado las leyes de inmigración agresivas y se han comprometido a apoyar a la administración Trump en sus medidas represivas. Pero los legisladores texanos han pasado por alto un detalle revelador: no han exigido a la mayoría de los empleadores privados que utilicen E-Verify, un programa federal que verifica el estatus migratorio de los trabajadores, una supervisión que no pasa desapercibida para los agricultores de la frontera. Esto significa que la mayoría de los empleadores en Texas no están obligados explícitamente a confirmar el estatus migratorio de los empleados’.
El autor del texto, Édgar Sandoval, inicia su historia con Alexandra, una inmigrante indocumentada de 55 años. Recientemente se dirigía a su trabajo en una plantación de sandías en la ciudad fronteriza de Edinburg, Texas, cuando su hijo mayor la detuvo. ’Por favor, no te vayas. Te van a deportar’, le dijo.
’Su hijo le mostró entonces videos gráficos de agentes federales persiguiendo y esposando a migrantes aparentemente por todo el Valle del Río Grande de Texas. ‘Podrías ser tú’, dijo’.
Justo en estos días, The New Yorker publica un amplio ensayo firmado por Elizabeth Kolbert sobre cómo el mundo, no sólo Estados Unidos o México, se enfrenta a la amenaza de quedarse sin alimento. Hoy en día, hay unos 8 mil 200 millones de personas en la Tierra y se prevé que esta cifra aumente a casi diez mil millones para 2050. Científicos han predicho que ’un trágico desajuste entre la oferta y la demanda mundial de alimentos para mediados de siglo’ y ’no estamos en condiciones de satisfacer las necesidades alimentarias futuras. Ni de lejos’.
El reportaje de The New York Times recuerda que Donald Trump prometió supuestamente ya no atacar a los trabajadores se los sectores agrícolas y de servicios. Luego volvió a hacer. Las agresivas redadas migratorias en los centros de trabajo, dice el periodista, ’han causado estragos en las industrias agrícolas de todo el país, donde alrededor del 42 por ciento de los trabajadores agrícolas son indocumentados, según el Departamento de Agricultura’.
El periodista de The New York Times dice que miedo en la frontera se ha extendido mucho más allá de la agricultura. Cuenta de Rosy, una residente de 57 años de McAllen, Texas, quien le dijo que había dejado de ir a su trabajo de limpieza durante las últimas tres semanas porque estaba convencida de que los agentes de inmigración estaban al acecho por todas partes.Sin Embargo