La Hoguera
Emmanuel Ameth
Innecesarios momentos de tensión y violencia fueron protagonizados por elementos policíacos y manifestantes que se encontraron en Plaza Juárez de Pachuca, recinto del Poder Ejecutivo estatal, durante la marcha feminista en conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
Cuatro mujeres del llamado bloque negro fueron detenidas por las autoridades y no fueron liberadas sino hasta horas más tarde. Acusaron un trato denigrante y elaboraron su queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
También, dos periodistas sufrieron agresiones por parte de los cuerpos policíacos, a la vez que los colectivos feministas informaron sobre al menos otra decena de víctimas, no contempladas en el conteo anterior, las cuales padecieron otros tipos de violencia.
Las autoridades informaron a su vez, sobre tres detenidos, hombres, quienes causaron disturbios y se habrían infiltrado a la manifestación para cometer sus fechorías.
En los videos que circulan en redes sociales, también se observa a mujeres policías que fueron agredidas por las manifestantes, algunas de las cuales fueron golpeadas en las piernas cuando les fueron empujadas las vallas de seguridad.
Y aunque hasta el momento el saldo parece ser ’blanco’, lo cierto es que, salvo el caso de los 3 infiltrados, el resto de los hechos pudo haberse evitado.
Porque no había ninguna necesidad, ninguna, de que el encargado de coordinar la seguridad en dicho operativo expusiera a sus elementos contra las manifestantes.
Las marchantes, todas, se unieron ante un clamor de justicia y exigieron el buen actuar de las instituciones ante casos muy concretos. Entre ellas, existen expresiones que realizan pintas y provocan daño a los inmuebles como una forma de protesta para visibilizar su hartazgo, pues las cosas no están bien y ésta es sólo una de las muchas formas en las que se envía dicho mensaje.
Tras las remodelaciones implementadas al palacio de Gobierno, rejas metálicas protegen los vidrios de la entrada principal al inmueble. Sobre la pintura, se ha observado en manifestaciones anteriores que los ’daños’ ni siquiera llegan al medio día de la jornada siguiente.
¿Por qué entonces, exponer a elementos policíacos, en su mayoría mujeres, para la protección de un inmueble que no necesita de mayores medidas de seguridad? ¿No se supone que la policía estaría allí para la seguridad de las mismas manifestantes justamente para actuar, mediante protocolo, ante hechos violentos por parte de grupos infiltrados?
Si el clamor de las mujeres el 8 de marzo es el de la indignación y encima son enviados cuerpos policíacos para hacerles frente con el afán de proteger inmuebles en lugar de protegerlas a ellas, era más que evidente que cualquier acción tendría el potencial de elevar las consigas a conflicto.
Y eso fue lo que sucedió.
Ya en el clamor del momento, los excesos son consecuencia natural de las reacciones. Y no es que se justifiquen en ningún sentido, pero raro sería esperar otra cosa en este caldo de circunstancias.
Porque no pasaba otra cosa que no fueran algunos daños materiales si el operativo se hubiera dirigido a proteger a las asistentes y no a salvaguardar un inmueble, por representativo que este sea.
Pero haber expuesto a las mujeres policías en una posición de potencial conflicto fue una decisión o perversa o poco brillante por parte del responsable del operativo. Alguien se equivocó en el Gobierno de Hidalgo y afortunadamente el saldo no ha sido peor que el reportado, pero debe ser un error que no puede volver a cometerse.