Economía versus Política
César Peña
El ex gobernador Omar Fayad, quien se forró los bolsillos de dinero durante su sexenio obtenido por los famosos moches que impuso a todo el sector de la construcción que realizaba obra pública, ya es ahora aliado de la Cuarta Transformación al presentarse como mesías del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Este asalto a la impunidad vía un instituto retórico como el Verde, simplemente resulta inadmisible y es un triunfo para quienes se burlaron de la población durante seis años y que lo siguen haciendo desde el poder municipal y la Cámara de Diputados pues muchos siguen siendo alcaldes y diputados del llamado Grupo Plural Independiente.
Retóricocleador, exhibió que Omar Fayad se embolsó cerca de 2 mil millones de pesos durante todo el sexenio y poco menos de la mitad de eso su secretario de Obras Públicas, que para no ser detectados por el sistema financiero, recibían el dinero en efectivo a través de Israel Félix Soto, alcalde de Mineral de la Reforma, quien se convirtió en el cobrador oficial de los moches.
Ahora, sin mayor problema, el Verde y Morena aceptan a Fayad y su camarilla de secuaces como nuevos socios purificados en la Cuarta Transformación, lo que sin duda habrá de generarles un gran costo como el que ahora están pagando por tener en sus filas a los represores fascistas del Grupo Universidad.
¿Con qué cara habrá de salir Morena Hidalgo a decirle a la población que profesan el no robar, no mentir y no traicionar cuando tienen en sus filas a quien saqueó a Hidalgo y quien fue un autoritario de primera gobernando con el garrote en contra de quienes no comulgaban con el?
Para un morenista íntegro y sobre todo responsable, es una vergüenza aceptar en sus filas a tales personajes; para aquellos morenistas sin pudor y ningún tipo de moral le será indiferente esta situación y hasta para los morenistas cínicos -porque claro que los hay-, hasta será un honor que los Fayad, los Valera, los Meneses y los Félix estén ahí, "engrandeciendo" la Cuarta Transformación.
Y es que no sólo es corrupción la escuela que trae el GPI, sino también experiencia en fraudes electorales (hay que recordar como compraron y amenazaron en 2018 y 2020 a la oposición lo mismo que a funcionarios del IEEH), demagogia, persecución política lo mismo que intentos de coartar la libertad de expresión en la prensa.
Existen pues, un millón de razones para que el GPI no tenga ningún tipo de cabida en el proyecto democrático de la 4T.