Olivares el autoritario

La controversia que mantienen el senador Cuauhtémoc Ochoa y el secretario de Gobierno, Guillermo Olivares Reyna, por las presuntas amenazas a alcaldes, pareciera ser un simple exabrupto de parte de éste último que bien se puede reducir a un encuentro entre ambas partes para aclarar dudas y despejar términos semánticos, pero no es así.

Guillermo Olivares tiene una larga lista de acciones autoritarias que lo han revelado como un funcionario con bajo nivel de tolerancia al ser parte de los sectores duros de Morena y del Gobierno que anteponen sus intereses personales a los deseos y necesidades de la colectividad.

Hay que recordar que Olivares fue uno de los beneficiarios de la operación de venta de candidaturas que realizó Morena en la pasada elección, al colocar a cerca de una centena de allegados e incondicionales como regidores y síndicos en todos los ayuntamientos donde ganó el Movimiento de Regeneración Nacional.

Es decir, el secretario de Gobierno conoció y avaló la acción de la que Marco Rico fue la cara visible y ahora cuestionada de las formas morenistas y prefirió guardar silencio pese a los grandes costos que le siguen reportando a la fecha.

Guillermo Olivares fue el autor de las fallidas oficinas "replicadoras" de la información institucional que intentó crear en el marco de los pasados comicios y que acabaron en nada. El objetivo era que nada escapara de sus manos para lo cual se apoyaría en el ahora repudiado Eduardo Iturbe, quien siempre fue su defensor a ultranza.

Hay que recordar que "el muchacho" de Olivares tiene pendiente una investigación por un desvío millonario de recursos en la oficina de Comunicación Social, donde diversos testimonios y evidencias apuntan a que se enriqueció a costa de moches, auto entregarse publicidad y crear medios digitales e impresos para facturar una fortuna.

Incluso, durante la operación cicatriz con la prensa instrumentada hace un par de semanas, Guillermo Olivares intentó regañar a la prensa cuestionando sus métodos de recolección de información y reduciéndola a "chismosa" y "sin bases".

Por eso el diferendo con Ochoa no es una mera anécdota, sino que ya generó consecuencias como el respaldo dado por el Senado y su presidente, Gerardo Fernández Noroña, al primero, siendo nota nacional y evidencia de un cisma que Morena no desea.

Por eso y mucho más el secretario de Gobierno está quedando a deber y es momento que el gobernador Julio Menchaca considere su pertinencia en ese cargo, donde se necesita que la política interna sea conciliadora y llevada sin imposiciones ni menos, intereses personales que pongan en duda a la Cuarta Transformación y su bien intencionada frase de "Primero el pueblo".
Que la transformación siga y es necesaria.