La Hoguera
Emmanuel Ameth
El aumento de casi el 100% que en 3 años ha conseguido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al salario mínimo ha roto hitos económicos y demostrado en la práctica que un aumento en este ingreso como remuneración de los trabajadores más necesitados, no conlleva necesariamente a incrementar las presiones inflacionarias.
Vayamos a los datos.
En 2018, antes de la llegada de la actual administración, el salario mínimo se ubicó en 88.36 pesos. Para 2022, a tres años de gobierno, el mismo se ubicará en 172.87 pesos. El aumento es del 95.6%.
Entre diciembre de 2018 y noviembre de 2021, la calculadora inflacionaria de Inegi revela una inflación acumulada del 13.46%, es decir, un incremento promedio en el total de bienes y servicios de canasta básica 7 veces inferior al aumento del salario mínimo.
Lo anterior demuestra que en la práctica, no existe una relación directa entre el salario mínimo y las presiones inflacionarias o bien, que los efectos de uno sobre el otro son marginales.
Aunque lo anterior tiene muchas explicaciones, lo resumiremos señalando que, en general, el salario mínimo guarda poca relación con la oferta de ingresos hacia la mano de obra y que, allí donde sí existe formalmente -los empleos formales donde pagan lo mínimo que establece la Ley-, llevan décadas pudiendo soportar esos incrementos y no lo habían hecho por razones de explotación.
Otra prueba empírica de la poca relación entre la inflación y el salario mínimo es que dos de los tres aumentos al salario mínimo de esta administración sostuvieron incluso, mínimas tasas de inflación en las últimas décadas.
Las explicaciones “redundantes” para los menos instruidos
En virtud de los datos presentados, para muchos puede parecer evidente la conclusión ya señalada, sin embargo, hemos de aportar mayor información para dar una mejor lectura.
México actualmente ostenta su peor indicador inflacionario en dos décadas. Sin embargo, Estados Unidos tiene el peor en tres de estas mismas. Un efecto inflacionario, local, acontecido en México -valga la redundancia-, difícilmente se vería reflejado en las presiones inflacionarias de Estados Unidos pues pese a la estrecha relación comercial, el mercado le ofrece muchas opciones a los vecinos del norte como para compartir una desgracia semejante.
Existe una inflación mundial, es decir, una que va a afectar a todos los segmentos poblacionales de las naciones -valga otra vez la redundancia-. Aunque hay muchos factores que la han generado, podemos resumir los más importantes como consecuencia de los estragos de la pandemia -también mundial, redundando por tercera vez-.
Y es que el impacto de la pandemia no ha sido poco. La crisis por AH1N1, incluso sumado a la crisis financiera que se dio en el mismo momento, totalizaron una contracción del PIB mundial del 3.7% en 2009. La sola pandemia por COVID tuvo una afectación del 8.5% en 2020.
Aunque parezca ocioso, hay que redundar para los menos atentos a la lectura que la inflación mundial no se debe al aumento del salario mínimo en el país, vaya, ni siquiera en México guarda una relación significativa. Antes bien, aumentar el ingreso de los trabajadores que perciben hasta un salario mínimo (24.7% de la población ocupada según el ENOEIII2020) ha ayudado a las clases más desfavorecidas a paliar mejor los estragos de una crisis sanitaria de afectación mundial.