Héctor G. Legorreta
Si algo acompañó a Andrés Manuel siempre, fueron dos cosas: la lluvia, y su Pueblo.
Llovió cuando tomó protesta como candidato presidencial del PRD, en diciembre de 2005.
Llovió en su cierre de campaña de 2006.
Llovió en la Tercer Asamblea Informativa, cuando nos invitó a tomar el Zócalo y Reforma, hasta que se contaran todos los votos.
Y a partir de ahí, mientras estuvimos en el campamento, llovió casi todos los días. Lo extraño era que, cuando llegaba la hora de la Asamblea Informativa diaria, el cielo se abría, el sol salía, se dispersaban las nubes, AMLO salía de su casa de campaña a dar su discurso, y cuando terminaba, volvía a llover.
Llovió mucho el día que el TRIFE declaró ganador a Calderón.
Llovió a cántaros el día que la Convención Nacional Democrática lo nombró Presidente Legítimo.
Y llovió el día de su toma de protesta como Presidente Legítimo.
Llovió en sus principales mítines en 2008, 2009, 2010 y 2012.
Llovió el día del cierre de campaña de 2018. Y el día que ganó las elecciones.
Volvió a llover el día de su toma de Protesta como Presidente Constitucional.
Llovió en cada Grito de Independencia que dio en sus 6 años como Presidente de México.
Llovió cuando la sequía parecía no ceder, e inundó las presas, los lagos, los ríos y las ciudades de este país.
Y hoy, otra vez volvió a llover.
Quizá tiene un extraño pacto con Tláloc.
Quizá son las lágrimas de los fachos, con quienes no negoció ni cedió a nada, a quienes despojó de sus privilegios, los expulsó de las instituciones, los pulverizó, y los tiene al borde del colpaso político y nervioso.
Quizá son las lágrimas de su Pueblo, quien lo acompañó desde Tabasco, que estuvo incondicionalmente con él en los peores momentos, que nunca dejó de creer en él, que lo encumbró a la Presidencia de México, y que no quiere que se vaya.
O quizá todas las anteriores.
Lo que si es un hecho, es que hoy fue lo último. El último acto de un gran Presidente, de un gran hombre que amó a esta tierra como a ninguna, que nos liberó de la opresión en la que vivíamos, y que nos hizo recordar que, más temprano que tarde, la Verdad siempre triunfa.
Si se pudo. Sí cumplió. Lo logramos. Vencimos.
Muchas gracias al mejor Presidente que hemos tenido en nuestra Historia. Siempre tendrás un lugar en nuestro corazón. Hasta siempre.
Ayer, hoy, mañana y siempre, es un honor haber luchado con Obrador.Héctor G. Legorreta