Nuevamente el periodista Jorge Ramos asistió a la conferencia mañanera de AMLO para increpar su actuar en el gobierno durante su gestión; al igual que en la primera ocasión, hubo escaso entendimiento incluso de las preguntas que se hacían.
El primer cuestionamiento, nuevamente, se dio en materia de inseguridad en el país, específicamente en cuanto a los homicidios dolosos cometidos durante la gestión del presidente.
Al respecto el mandatario presentó una gráfica sobre dichos incidentes en la que afirmó que ’hay dificultad para reducir los homicidios, pero defendió que se ha logrado frenar el crecimiento de este índice, ’incluso hay una disminución, si quieres marginal, del tres por ciento’.
La afirmación de Ramos, en el sentido de que los homicidios dolosos que se presentarán al final del sexenio, es correcta, toda vez que los promedios mensuales señalan que el número absoluto de defunciones será mayor que el de la administración pasada.
La afirmación de AMLO en ese mismo sentido, también fue correcta, toda vez que afirmó que disminuyó el ritmo de crecimiento del delito en cuestión.
Respecto a los homicidios dolosos, frenar su crecimiento, mismo que se dio en los últimos dos sexenios, si bien no puede catalogarse como un logro, sí como un avance. Para tener menor número absoluto de esos incidentes se requeriría primero contener a la delincuencia -lo que las cifras confirman- pero también que posteriormente disminuyan -crecimientos negativos-, lo que aún no se consigue. Aunque parezcan “otros datos”, en realidad, ambos hablaron exactamente sobre lo mismo.
El episodio rememora el vivido en enero del 2020 cuando Ramos afirmaba que los homicidios mensuales -en números redondos- eran de 2,400, en tanto AMLO señalaba que el promedio diario era de 80. En realidad, multiplicando el promedio de 80 por los 30 días naturales de un mes daban los 2,400, es decir, que se enfrascaron en un diálogo en el que ambos, de hecho, tenían los mismos datos.
Posteriormente Ramos le preguntó si se haría responsable del mal manejo de la pandemia, afirmando que México era el cuarto lugar mundial con mayores defunciones.
AMLO por su parte, con gráficos del instituto Johns Hopkins, afirmó que era una mentira y que el país estaba lejos de ese lugar en cuestión.
Lo cierto es que en ese tenor, AMLO tiene razón. México no está, siquiera, entre las primeras 20 posiciones mundiales de muertes a causa de COVID.
El error de Ramos es contar números absolutos en poblaciones distintas, un error metodológico que López-Gatell en su momento, no se cansó de explicar.
Aunque India, por ejemplo, sea el tercer país con mayor número de defunciones absolutas, el contador debe realizarse por cada millón de habitantes -India es el país más poblado del mundo-, por lo que Perú -en primer lugar de tasas de mortalidad de COVID-, con menos defunciones totales, en realidad tiene una tasa mucho mayor que India, pues su población es casi 50 veces menor.
Ambos sin embargo cometieron un error al señalar cuáles eran las cifras oficiales de COVID.
AMLO, por su parte, precisó el dato que se comparte diariamente, pero ese se nutre de las defunciones confirmadas en hospitales, lo cual desestima el impacto.
Ramos dijo que las cifras eran las “Asociadas”, las cuales incluyen actas de defunción, lo cual lo sobreestima.
En realidad, se sabe que las defunciones son más de las que se registran en los hospitales -por diversas razones no todos los enfermos reciben una confirmación sobre su contagio-, aunque también, se sabe que son menos de las que se señalan en las actas de defunción -en las mismas hay palabras clave donde se señalan las posibles causas, mismas que pueden no ser por COVID y sí por otras enfermedades respiratorias-.
