La Hoguera
Emmanuel Ameth
Ninguna entidad privada, por filantrópica que sea, anhelaría una empresa en quiebra simplemente por el gusto de ’rescatarla’. Petróleos Mexicanos (Pemex) lleva décadas queriendo ser privatizada porque es un negocio donde aún hoy, arrastrando todos los errores del pasado, por cada peso que recibe, entrega dos a cambio.
El día de ayer se informó que como acumulado de pérdidas del año, registró un saldo negativo de 100 mil millones de pesos. Aunado a ello, se estiman estímulos fiscales por 200 mil millones por parte de la Federación, sumado a un presupuesto de 500 mil millones.
¿Es Pemex un lastre, una "carga" para México como hacen ver algunos, o simplemente alguien se aprovecha del poco conocimiento financiero del mexicano promedio?
En el presupuesto 2021 para México, en números redondos, los ingresos petroleros se calcularon en 1 billón de pesos -y no han cambiado-.
Adicional, entre 2019 y 2020 Pemex pagó 1.5 billones en impuestos y derechos, esto es, un promedio de 750 mil millones anuales.
El buen entendedor ya se habrá dado cuenta de que la aportación anual de la petrolera al presupuesto es de 1.75 billones de pesos.
Más claro, para el mexicano promedio: cada año, Pemex te entrega 17 pesos por cada 8 pesos que "inviertes", una relación de al menos 2 a 1.
El problema de Pemex no es operativo y ni siquiera es financiero, se trata de una sobrecarga de obligaciones y de una alta dependencia del recurso de la paraestatal en el presupuesto.
Porque con todo y una deuda heredada que fue contratada con singular alegría incluso en su época de mayor bonanza, con todo y un sindicato corrupto, con todo y el desmantelamiento de los vendepatrias que añoran lucrar con la paraestatal, a Pemex le tomaría menos de 3 años pagar el adeudo que se ha venido acumulando por décadas (2.5 billones) y todavía le sobraría un remanente para darlo a las finanzas públicas del país en ese mismo periodo: me atrevo a decir que ninguna empresa en México podría pagar tan fácilmente una deuda de esa magnitud en tan poco tiempo con el mero hecho de dejar de ser asfixiada.
Así pues, los discursos que posicionan a Pemex como "una empresa en quiebra" son un insulto a la inteligencia, incluso para la del mexicano promedio.