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La cultura de la rapiña

La cultura de la rapiña

Temas clave / Enrique López Rivera

Ciudad
Febrero 15, 2019 12:25 hrs.
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Enrique López Rivera › Emmanuel Ameth Noticias

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Hace poco tiempo en este mismo espacio hablé de la solidaridad del pueblo de México en los momentos de desgracia. Argumenté en términos generales, sobre la buena voluntad de la mayoría de las personas que en desgracia saca lo mejor de sí para ayudar a los demás.

No obstante, teniendo en cuenta que el pueblo tiene virtudes y defectos, existe también un fuerte arraigo por la cultura de la rapiña. Ese comportamiento de aprovechar la ocasión, de sacar ventaja, de robar algo porque en nuestra psique ’es válido’, ’si no lo tomo yo lo tomará alguien más’, ’nadie se dará cuenta’, ’no tiene dueño’, etc.

La primera vez que estuve en un evento de tal naturaleza me abrumé por lo dantesco de la situación. Recuerdo que era una marcha del 02 de Octubre en la CDMX. En plena avenida Juárez muy cerca de la Alameda Central un grupo de sujetos con el rostro tapado apedreó un OXXO (tienda de abasto) causando graves daños en la fachada del comercio, rompieron vidrios y grafitearon las paredes con leyendas alusivas al ’imperialismo yanqui’.

Acto seguido personas de toda índole brincaron sobre vidrios para hurgar productos. Lo mismo el señor de traje, que la ama de casa, que los participantes de la marcha. Todos encontraron la oportunidad de extraer sin pagar unas bolsas de botana o refrescos. Cabe mencionar que esos productos tienen un costo aproximado de 20 pesos. Sin importar las posibles consecuencias, muchos estuvieron dispuestos a robar porque la anarquía del momento lo ’justificaba’.

Esos festines se han repetido en diversas ocasiones. Los vivimos en los eventos de enero de 2018 cuando se anunció el aumento de la gasolina. Un pueblo enardecido y otro oportunista, acudieron a tiendas departamentales a robar electrodomésticos. Sin entender la relación que puede tener un evento con el otro. Muchas personas manifestaron su encono con el gobierno dañando negocios particulares.

En suma, no hay justificación válida para robar. Es claro que una conducta de esa naturaleza daña a la comunidad. Tarde que temprano alguien tendrá que pagar por eso que otros tomaron indebidamente. Como colofón, hace una semana un tráiler que transportaba reses tuvo una colisión en una carretera. Por inexplicable que parezca, los pobladores de esa zona acudieron al accidente para robarse los animales. Las escenas que vimos refuerzan la hipótesis inicial de la cultura de la rapiña. Debido a que es muy complejo robar un animal de tales dimensiones. Pero para los vivales no hay imposibles. En el mismo lugar estuvieron dispuestos a destazar a las reses para llevarse pedazos de carne.

De tal manera, que la psicología de masas que dicta aprovechar un momento de confusión es más fuerte que la vocación de no robar. Es decir, cuando la situación lo amerita estamos dispuestos a todo sin medir las consecuencias. Bajo esta óptica, los muy lamentables acontecimientos en el municipio de Tlahuelilpan muestran una vez más la irracionalidad de las masas cuando existe la posibilidad de hurtar. Incluso cuando se trata de un producto que es muy peligroso como la gasolina.

En una crónica sobre la tragedia una periodista local narra sobre el ambiente de fiesta antes del incendio. Unos con otros se arrojaban gasolina asegura la testigo que después tuvo la desgracia de presenciar el apocalipsis.

Es muy lamentable lo ocurrido en territorio hidalguense. Hasta este momento se contabilizan 98 muertos. Pero lo más trágico de la tragedia es que seguimos teniendo un fuerte arraigo por la rapiña. Ojalá que este evento sirva de lección para hacernos más conscientes.

Enrique López Rivera
[email protected]
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