Gobierno de Hidalgo, de publicidad engañosa

Gobierno de Hidalgo, de publicidad engañosa

Temas clave / Jorge Luis Bautista

Política
Octubre 31, 2019 00:04 hrs.
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Jorge Luis Bautista › Emmanuel Ameth Noticias

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Con ya varios milenios de su invención, la publicidad engañosa se transformó en una de las grandes causantes de los males sociales.

La publicidad, eso de hacer público algo o alguien, para que otros se apropien de ello, y que preferentemente no lo escudriñen, fue, paulatinamente metiéndose a los terrenos de la mentira. Fue así como dañaron el bolsillo, la salud, la democracia o la fe humana.

Con publicidad engañosa crecieron las cuentas bancarias de empresarios inmorales, coludidas con gobiernos, también falsarios. Atentan a diario contra la salud de todo mundo, pues ya no sabemos qué contiene lo que compramos y consumimos. Con esa difusión las limosnas son mayores y, entre más pobreza, mayor miedo y por lo tanto, mayor recaudación. Los espurios alcanzan el poder, y con la misma engañosa publicidad se mantienen en el poder.

Quise tocar ese tema motivado por dos sucesos: la publicación del padrón de concesionarios del autotransporte, individuales y colectivos, recién hecha por el gobierno de Hidalgo y por la campaña que traen contra la transnacional Mondelez, fabricante de mis galletas favoritas, las Oreo.

Resulta que la publicación del padrón de los que tienen en concesión un permiso para operar un taxi o una colectiva, no es cosa nueva, ni una audacia de Fayad. Recuerdo que hace 13 años, Osorio subió a la página de gobierno un primer listado, y causó polémica por estar en él los personajes que hoy volvemos a ver: Grillos municipales, compadres y amigas, líderes opositores de todos colores, cómplices de cualquier delito, bueno, hasta hicieron publicidad engañosa sobre el riesgo que implicaba el que todo mundo supiera quién y de dónde son los agraciados concesionarios. ¡Y que los podían secuestrar! Tomaron ese argumento para retornar a la conveniente secrecía.

Fue una jugada magistral de los maistros de la opacidad, pues después del ejercicio de transparencia se soltaron a repartir concesiones, al grado de que en los sexenios de Osorio, Núñez Soto y Olvera duplicaron la cantidad que se tenía. O sea, en 10 años de gobierno, empataron en cantidad de taxis, combis y microbuses, al número que se habían otorgado en los 50 años anteriores.

De ese tamaño ha sido el fraude. Y también de ese tamaño es el desgorre que traen en ese sector tan delicado y sensible. Nunca han tenido un plan rector para el autotransporte. A lo más que han podido llegar es a diseñar un Tuzobús, que ya se vio, no sirve. Todo lo demás, siempre ha sido entregar discrecionalmente las concesiones estatales a sus cuates y cómplices. Ni siquiera han volteado a ver a los trabajadores y sus familias que justifican el tener derecho a un permiso. Solo recuerdo que a los llamados trabajadores del volante, nombrados así para no decirles taxistas, pues ese término puede abrirles tentaciones de justicia, se les entregaba una camisa y una despensa con logos tricolores a cambio de que portaran las calcomanías priistas en sus parabrisas. El operador se oponía, pero el dueño de la concesión ordenaba. Ah, pero el costo de la despensa y la camisa se lo cargaban, cuando el pobre peón debía ir hasta Pachuca por su refrendo del tarjetón, sin el cual no podía ser chofer ¡menos dueño de la concesión! Pagar pasaje y un refrendo inexplicable, pues capacitación nunca les dan, seguridad social, menos. Solo era o es una simulación cobarde y ruin de política pública para darle sostenibilidad a un delito. ¡Sí, a un delito!

El padrón recién dado a conocer es otra más de sus artimañas preelectorales. Lo cocinaron entre los lobos que se creen dueños de algo que el estado solo da en usufructo temporal. Lo planearon, según su alcance mental, de tal manera que solo haga parecer como transparente a un gobierno opaco y corrupto y que ponga en jaque a esos pobres compañeros de ellos mismos, pero que ya no los necesitan. Como a los Bernabes en Huejutla, Juan Viggiano en Tepehuacán, los líderes opositores ya caducos. En fin, pura publicidad engañosa para intentar sostener un gobierno estatal nefasto, cuya debilidad obliga a empezar con acciones engañosas como esta.

Está por demás decir que la transparencia que necesita la sociedad hidalguense en nada se parece a la que Fayad quiere darnos a tragar. Por eso, la lucha debe seguir. A ellos se les agotan las ideas y el tiempo, a los hidalguenses nunca.

Sobre el otro asunto, el de mis exgalletas favoritas, solo les comento que si los gringos corrieron al fabricante y ella encontró cabida rápida en Nuevo León, ¡aguas!, que a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y a las instituciones que la aceptaron poco les importa la salud de los galleteros como yo. Por lo tanto, ustedes sabrán si escuchan y atienden a la publicidad engañosa que ya se soltó. Y que viene como loba para que los aguinaldos queden en el Buen Fin u otras mentirotas.

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