El gobierno federal trabaja a marchas forzadas para sacar a flote a Pemex, la cual ha padecido la caída de su producción desde hace más de una década y se ha convertido en la petrolera más endeudada del mundo en el mismo periodo, bajo las administraciones de Felipe Calderón y Peña Nieto.
La meta que se planteó Andrés Manuel López Obrador para Petróleos Mexicanos (Pemex) al comienzo de su sexenio —producir 2,4 millones de barriles diarios para 2024— no solo es lejana, sino que la compañía parece marchar en el sentido contrario a ese objetivo. En julio, el bombeo se ha contraído por cuarto mes consecutivo, según ha reportado Pemex este lunes. La empresa ha informado de que la producción de hidrocarburos líquidos ha sido de 1,5 millones de barriles diarios en julio, es decir, un 4,55% menos respecto del mismo mes del año anterior y por debajo de los 1,6 millones de promedio con los que cerró 2019.
En los primeros siete meses del año, la petrolera estatal ha bombeado 11,7 millones de barriles diarios, según las cifras de la compañía, es decir, un 0,3% más que en el mismo período de 2019. El reportado este lunes, sin embargo, ha sido el peor resultado de la compañía en lo que va del año y el cuarto consecutivo en el que la producción de Pemex cae. La disminución de la demanda por la covid-19 y la caída del precio del crudo provocaron ’terribles resultados’ en la industria, explica el analista Gonzalo Monroy, y ’Petróleos Mexicanos no es la excepción’.
La bajada se da después de que en abril México aceptara recortar una cuarta parte de su producción diaria a partir de mayo, unos 100.000 barriles al día, para compensar el hundimiento de la demanda por la covid-19. El desplome provocado, entre otras causas, por las cancelaciones de vuelos y la disminución del tráfico rodado en medio de la pandemia, empujó a los principales países productores de petróleo a establecer un recorte histórico a la producción el pasado abril. En esas negociaciones, México se opuso a Arabia Saudí, el principal productor mundial de petróleo, y se negó a contraer un 23% su producción total. En cambio, logró reducir al mínimo su cuota de recortes gracias a un acuerdo con Estados Unidos.
Para Monroy, sin embargo, la contracción comunicada este lunes ’poco o nada tiene que ver con los acuerdos’ de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El director de la consultora GMEC la atribuye, en cambio, a la estrategia de la actual Administración para la compañía, que ha congelado los proyectos para el sector privado y ha impulsado el resurgimiento de Pemex, con aportaciones de dinero público incluidas. ’De los 20 campos proyectados, sólo 17 tienen un plan de desarrollo aprobado. Pero en realidad, sólo seis han empezado producción’, asegura. Monroy añade que, ante la falta de ’descubrimientos significativos’, la producción de campos prioritarios, como los yacimientos de Ku-Maloob-Zaap (Campeche), ’cae gradualmente y no hay nada que lo sustituya’.
’Ningún Gobierno le ha dado el tiempo a Pemex para explorar. Llegamos a un nivel de agotamiento de los campos de tal nivel que ya es carísimo seguir sacando petróleo de ahí’, señala Rosanety Barrios, analista y exfuncionaria pública durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto, señalado ahora por el exdirector de la compañía Emilio Lozoya de destinar sobornos de la constructora brasileña Odebrecht a la campaña del PRI de 2012. ’Tienes una empresa que explora y produce petróleo y pierde por el solo hecho de hacerlo’, precisa. En el segundo semestre de este año, la estatal reportó pérdidas por 44.300 millones de pesos (unos 2.000 millones de dólares).
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha querido impulsar la industria nacional desde que llegó al Gobierno en diciembre de 2018. Sin embargo, en 2019, la producción de petróleo cayó un 7% hasta situarse en un promedio de 1,6 millones de barriles diarios, el nivel más bajo desde finales de los años 70. El objetivo del mandatario, nativo de Tabasco, el corazón de la industria petrolera del país, de cumplir con 2,4 millones de barriles diarios para el final del sexenio en 2024 queda todavía lejano.
Los analistas consultados coinciden en ese punto. ’No es una sorpresa’, critica María Valencia, internacionalista experta en energía. ’Ellos lo atribuyen a una falta de infraestructura, problemáticas del clima y problemas operativos, pero la empresa no tienen una capacidad financiera estable que les permitan subir esta producción’, señala. ’Es una situación que viene desde atrás, desde antes incluso de este sexenio, pero estos resultados son claves de esta Administración’.CONSTANZA LAMBERTUCCI | EL PAÍS