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El ocaso del Grupo Universidad

El ocaso del Grupo Universidad


Política
Octubre 27, 2020 03:40 hrs.
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Emmanuel Ameth › Emmanuel Ameth Noticias

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Gracias a la presencia de Andrés Manuel López Obrador en las boletas electorales de 2018, el Grupo Universidad, su principal aliado en Hidalgo, se encontraba empoderado e incluso se daba tiempo de soñar con la sucesión gubernamental; hoy su líder se encuentra preso y sus principales alfiles son investigados, sin mencionar que sufrieron dolorosas derrotas en el proceso de renovación de ayuntamientos.

Pero hace dos años se encontraban en la cima del poder.

Además de una senaduría y dos diputaciones federales, Morena les entregó 8 candidaturas a diputaciones locales de las 17 que se ganaron en total. La operación de Simón Vargas con el entonces subsecretario de gobierno federal Ricardo Peralta, hoy destituido e investigado por corrupción, provocaron que el liderazgo del Congreso no cayera entre uno de sus incondicionales y que incluso se desistieran de hacer reformas a la Ley orgánica que dieran marcha atrás al albazo legislativo encabezado por María Luisa Pérez la legislatura anterior, cuando ya se conocían los resultados electorales que les daba la derrota.

En ese momento el propio ejecutivo estatal dio la bienvenida a Ricardo Baptista sin prever que posteriormente sería ’fichado’ por el Grupo Universidad y que con esa suma los hacía el grupo más influyente dentro de Morena Hidalgo.

Pero las relaciones se rompieron. Vargas cooptó a 4 diputados morenistas además de algunos consejeros locales, lo que rompió la aritmética electoral: de faltar 3 diputados para conseguir la mayoría calificada en el Congreso, para lo cual barajeaban hasta 4 nombres, terminaron requiriendo 7. La soberbia nunca les permitió contar con la tan anhelada veintena de legisladores a la vez que se fragmentaron muy rápido por injerencias externas.

La tragedia llegó después.

El accidente del legislador federal Cipriano Charrez que provocó un homicidio culposo, quitó del panorama a uno de los que se consideraba entre sus grandes aliados.

Luego, por parte de la UIF de Santiago Nieto, una investigación por presunto lavado de dinero, fraguada desde la oficina del entonces subsecretario Arturo Herrera, a cuya madre el Grupo Universidad ganó la candidatura al Senado, puso en la mira la forma en la que se manejaban los fondos universitarios.

De principio, la persecución fue política. La UIF no pudo acreditar un mal manejo -hasta la fecha- de las cuentas universitarias -que no personales- y las auditorías no revelaban gran cosa. Haciendo un uso indebido de las instituciones, permanecieron congeladas con miras a la renovación de la dirigencia estatal.

El panorama nacional en Morena también cambió y los aliados de Yeidckol, como el Grupo Universidad, comenzaron a sufrir y a ser relevados. El discurso de la secretaria general del partido con funciones de presidenta no era suficiente para mantener unido al partido porque el Grupo Universidad se quería comer el pastel solo.

Después llegó el presidente interino de Morena nacional, quien cerró las filas a todos aquellos afiliados después de octubre de 2017 y con ello dejaban a los universitarios fuera de la jugada por la dirigencia estatal. El proceso se volvió a romper, pero los garzas lejos de construir, de mostrar oficio político, perdieron el poder y el control; en parte por la operación de Simón, que fue quirúrgica, y en parte porque fueron soberbios, creyeron que no necesitaban de nadie cuando sus únicas credenciales fueron las de haber conseguido, por sí mismos, si acaso un par de regidurías en 4 décadas y poco más. Ya se sentían gobierno y hasta eran altaneros con otros poderes antes de haber conseguido algo -y eso que nunca tuvieron el mando del Congreso-.

Para cuando se estaban definiendo los candidatos quisieron recomponer, pero era tarde. Ilusamente pedían al menos la mitad de los espacios; apenas llegaron a la docena y les dejaron explícitamente aquellos donde seguro perderían. A Ricardo Baptista no le iría mal en el papel, era el que mejor escenario tenía, pero se encargó de dilapidar su candidatura por querer seguir controlando -según creía- el legislativo. El resultado fue también de una derrota. Recibieron una docena de candidaturas y sólo ganaron en 2… por lo menos hasta que hubo reconteo y se rectificó para reducirla a 1, a expensas de lo que decidan los tribunales en Tulancingo, cuyo milagro se debería más que a los propios aciertos, a una operación que sacó al candidato puntero en preferencias, al del PAN, que se quedó sin amigos financistas y al que su dirigencia se negó a darle un peso de los etiquetados para su campaña.

Ya estaban acabados antes de iniciar las elecciones. Si acaso, su nombre era recordado para desacreditar a cualquier competidor previo a la designación de candidatos. En ese sentido crearon fama y se echaron a dormir.

Y el Grupo Universidad se vengó, así se diera inicio a la antesala de su derrumbe. Ordenó a Alejandro Olvera enterrar las aspiraciones del partido. Primero negando una coalición y luego ’olvidando’ registrar planillas. En ese momento parecía sólo un acto infantil o de falta de profesionalismo, pero hasta después del 18 de octubre se sabría que esa era la diferencia entre ser primera fuerza política de Hidalgo, con más de 338 mil votos y 38 alcaldías, a quedar relegada a segunda con 193 mil y sólo 11 municipios. No le importó al grupo enterrarse políticamente si con eso se llevaba a Morena.

En parte por eso es que luego vino la estocada final.

Gerardo Sosa, que estaba acostumbrado a los juicios largos como el que lleó contra Alfredo Rivera, autor de la Sosa Nostra, creyó que la justicia no lo alcanzaría. No se imaginaba que la propia credibilidad de la UIF y la cabeza del funcionario estaban en juego y que se le encontraron ilícitos que no son poca cosa: 58 millones de pesos desviados de la institución a través de empresas fantasma -y de otras vinculadas con él- que celebraron contratos con las empresas universitarias.

Ya no eran los más de 3 mil millones de pesos congelados pero la acusación se encuentra suficiente fundamentada como para comprarle un boleto de estancia con todo pagado y por muchos años en Almoloya.

Sosa, en su soberbia, subestimó a Santiago Nieto. Acostumbrado a salir avante y hasta reconocido de cuanta auditoría le practicaron a la UAEH, no se imaginó que el poder de la UIF tocaría cuentas bancarias de particulares desde las cuales se armó el expediente. Tampoco se imaginaba que serían sus cercanos quienes aportaran pruebas ni que el funcionario federal tenía otros aliados de peso completo como el caso de Murillo Karam (acompañado de un grupo de morenistas con el que el mismo Gerardo tiene viejas rencillas), así como del mismo Osorio Chong que ahora cobra el favor pretendiendo hacerse de Cruz Azul vía acompañamiento de la UIF a su hermano.

Ya antes había ninguneado gobernadores y se sentía intocable; pero la unión de todos ellos, así fuera de forma involuntaria y/o cooperando de forma indirecta, provocaron su desastre. Con la 4T nunca tuvo la protección que otrora recibiera y todo se alineó.

Tuvo la esperanza de ganar Tulancingo a través de su hermano y por algún momento, los resultados alentaron su ambición. Después se sabría que hubo mapacherías: no estaba en posición de ’venderle chiles a Herdez’ y el expertise se impuso; en el juego de la trampa, gana el que la hace más y mejor; es injustol es inmoral, pero es a lo que jugaron. Hay elementos para defender la ’victoria’ del grupo, pero las elecciones se resuelven también en el terreno de lo político y allí es precisamente donde todos son sus enemigos, al grado que es más fácil que le impugnen a Damián Sosa casillas donde ganó que él haga lo propio en aquellas donde perdió.

Así, de estar en la antesala para gobernar Hidalgo, en la cúspide del poder, viejas facturas y la misma soberbia construyeron al agujero donde habría de caer. Sus aspiraciones ya ni siquiera se encuentran en tener Tulancingo para que acompañe a Tepeapulco, sino en conseguir su propia libertad y si acaso, tratar de negociar la de sus cercanos. Quien fuera el personaje más influyente en Morena Hidalgo parece que se quedará con sólo un municipio gobernando y viendo la sucesión gubernamental tras las rejas, sin posibilidad alguna de filtrar a alguien en Morena cuando se dé el cambio de dirigencia como pago a su traición.

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