Economía versus Política
César Peña
Faltando casi medio año de un sexenio inédito, Andrés Manuel López Obrador logró generar polémica por su estilo de Gobierno de lo cual no está exento ningún político, pero con el tabasqueño fue casi obligada una toma de postura.
La evolución de su trabajo campea de manera poco ordinaria, en los extremismos. Por un lado, hay quienes creen que todo lo hizo mal, agrupándose junto a la derecha reaccionaria que hoy se pinta como paladín de la democracia y por el otro lado, quienes creen que todo lo hizo bien, erigiendo una defensa a ultranza de cada acción del tabasqueño, donde están muchos de los beneficiarios de los programas sociales y parte del pueblo.
Ambas posturas, son sin duda imprecisas, poco ayudan a pintar lo que realmente ha sucedido a partir del 2018 cuando llega Morena, un partido diferente al bipartidismo instaurado tras la revolución. Faltan, en ambas, la crítica sin fanatismos y desprovista de apasionamientos que considere todos los elementos buenos, como malos, que conducirían, sin duda, a un análisis netamente objetivo.
Preguntarle a estas alturas a un panista o a un priísta, sobre la evaluación del gobierno de López Obrador, es escuchar a la inquisición intentar entrar en un terreno en el que cualquier argumento no serviría de nada, el de la razón, pues el juicio de culpable ya está hecho desde antes, sus verdades son juicios a priori. Es en esta parte donde la derecha pierde cualquier sustrato de imparcialidad o indicio de racionalidad, al sumarse al bando de los resentidos que disparan dardos desde la suspensión de sus privilegios.
Ciertamente diversos sectores de la derecha se agrupan en la industria y el comercio, pero también en las comunicaciones, la religión, la cultura y todos los sectores donde los intereses se han visto trastocados, lo que sin duda repiten día y noche la tener a su servicio los medios de comunicación. Así, puede uno ver a los Loret, a los López-Dóriga, a los Marín y a tantos más vaticinando mil desgracias diarias para México con la Cuarta Transformación pero detrás de ellos están los verdaderos autores de tales quejas: un sector de la IP que fue despojada de sus privilegios.
Por otro lado, el hecho de que AMLO siga gozando de altos niveles de popularidad no se explica solamente por los beneficiarios de los programas sociales, lo que han llamado "populismo" que había con Peña Nieto, Fox y Calderón y que explotaron hasta la saciedad pero que iba acompañada de autoritarismo, represión, criminalización de la pobreza, corrupción e inestablidad económica y financiera.
López Obrador sin duda no es un todólogo y se ha equivocado, cierto, no es infalible como algunos obradoristas y algunos sectores del pueblo lo creen. Ser obradorista debería también incluir un profundo ejercicio de autocrítica ya que no hacerlo significaría reducirse a aplaudidor y fanático.
Ahí están sin duda la errónea política exterior que le cerró la puerta a los migrantes por presiones de Donald Trump que llevó a golpear y encerrar a quienes sólo buscan una mejor forma de vida en su país cuyo acto más deleznable fue la muerte de los 39 centroamericanos de la estación migratoria de Ciudad Juárez el pasado 28 de marzo. Otro error grave ha sido confrontarse con las feministas en vez de darles la mano y apapacharlas pues son un sector históricamente marginado como lo ha sido permitir en su Gobierno a personajes oscuros como Manuel Bartlet, no juzgar a Enrique Peña Nieto o hacerse rodear de ex priístas conversos que han puesto por los suelos el proyecto de Morena.
El problema de la inseguridad, no se solucionará desde luego con la política de "abrazos no balazos" que ha dado los mismo resultados que la guerra al narco de Calderón y Fox, es decir, seguimos exactamente igual en ese rubro a excepción que ahora el Gobierno no es parte de los criminales. El tema hay que abrirlo a otras opciones que no tengan que ver con el inútil prohibicionismo donde México sigue poniendo los muertos para la droga que llega al mercado estadounidense.
En fin, que al ser falible, el presidente ha tenido estos y otros tropiezos que sin duda han servido para que la derecha haga más leña, pero que en nada se comparan con lo que el prianismo ya hubiera sumado a estas alturas, en que sin temor a errar, ya estaríamos desde hace mucho en una guerra civil. La llegada de AMLO le regresó la paz a México, sin duda, pero hace falta subsanar cuentas en muchos aspectos aún.
Lo que si queda claro es que pese a todo, muy pocos quieren de regreso al PRI y al PAN, que para bien colectivo, siguen abajo en las preferencias electorales.