En Campeche, Zacatecas y Coahuila existe un gran margen de diferencia entre el salario del hombre y de la mujer, teniendo una brecha salarial de hasta 113 pesos, según datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
A nivel nacional, la brecha es de 54 pesos, es decir, una diferencia del 12 por ciento: el salario promedio de los hombres se ubica en 449.57 pesos y el de las mujeres en 395.48 pesos.
De acuerdo con esos datos, en Campeche es donde esta diferencia está más marcada, ya que las mujeres perciben 113.3 pesos menos al día; en Zacatecas, 105.98 pesos y en Coahuila, 100.83 pesos.
Le siguen Chihuahua, en donde las mujeres ganan en promedio 88.97 pesos menos que los hombres; Aguascalientes, 84.99 pesos y Guanajuato, 84.53 pesos.
Para la Organización Mundial del Trabajo (OIT), las trayectorias laborales que siguen hombres y mujeres muestran las desigualdades a las que se enfrentan ellas incluso en cómo se refiere la sociedad a sus oficios, por ejemplo, un hombre es un chef y una mujer es una cocinera; un hombre es un sastre y una mujer es costurera.
Los estudios de la OIT indican que aunque se ha avanzado en la incursión de las mujeres en el mercado laboral, aún prevalece la idea de que es el hombre el que tiene el mandato de ser el proveedor económico y para las mujeres sólo queda la complementar ese ingreso principal, lo que conlleva a restarle valor a su actividad económica.
De acuerdo con los datos de la STPS, el IMSS y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el mercado laboral para las mujeres en México es reducido y mal pagado: del total de personas ocupadas, 60.4 por ciento (33.6 millones) son hombres y 39.6 por ciento (22 millones) son mujeres.
A eso hay que sumar otro factor, la informalidad, un sector donde trabajan la mayoría de las mujeres. Para Carmen Ponce, economista y colaboradora de Comunicación e Información para la Mujer (CIMAC), este elemento no se toma en cuenta al hablar de la brecha laboral.
De seis de cada 10 personas ocupadas, el 56.2 por ciento, tienen un empleo informal, es decir, 31.3 millones y el porcentaje de mujeres ocupadas en la informalidad aumenta y se aleja en relación a los hombres en esta situación: para el grupo de 15 a 19 años, el porcentaje de hombres en la informalidad es de 82.4 contra 81.4 por ciento de las mujeres en esta edad, mientras que para el grupo de 60 y más años, 76.9 por ciento de las mujeres ocupadas están en la informalidad, y los hombres están en un 70.1 por ciento.
Las cifras más recientes del Inegi señalan que el 45 por ciento de las mujeres tiene un empleo remunerado y de ese total, el 57 por ciento trabaja en la informalidad.
Pero en el otro extremo las mujeres con preparación académica alta se enfrentan a la brecha laboral por un asunto de discriminación al tratarse de un mundo esencialmente masculino.
“La mujer irrumpe en ese mundo laboral —de manera masiva— apenas en el siglo XX y además es un fenómeno urbano […] se incorpora a un mundo masculino y enfrenta una serie de barreras no sólo económicas sino además que se traducen en la posibilidad de ascender. En esa pirámide la mujer está en la parte de abajo y subir le cuesta el doble de esfuerzo que a un hombre”, explicó Ponce. Daniela Barragán | SIN EMBARGO