La Hoguera

Al ’Colectivo Feminista Zimapán’

Al ’Colectivo Feminista Zimapán’


Política
Marzo 06, 2025 23:37 hrs.
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Emmanuel Ameth › Emmanuel Ameth Noticias

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Voy a asumir que como colectivo, existen (visibilización). Asumiré que se unen a la causa feminista como otra de sus muchas expresiones y con ello dejaremos de lado que nunca han firmado un comunicado, que se esconden en el anonimato y que lo poco que publican en sus redes -que admito no conocía-, así sea un mero golpeteo político, tiene un trasfondo de sororidad, así sea éste muy disfrazado para el ojo común (beneficio de la duda).




El día de ayer publicamos una investigación periodística, titulada Estas son las pruebas sobre los verdaderos responsables del Caso Zimapán, misma que a diferencia del resto de publicaciones del tema que no proceden de esta casa editorial, no presenta una sola afirmación sin elementos que la corroboren. Es pues, una investigación, seria, profesional, a la altura del tema que se trata.

Como asumimos que como colectivo existen, al menos para este texto, no dejó de llamarnos la atención el que asumieran una postura intransigente: porque en lugar de analizar el texto, simplemente mencionaron, con irresponsable ligereza, que “somos pagados por el Gobierno” y para ello, exhibieron un contrato, público, de los muchos que tenemos con las instituciones. Las áreas editoriales de un medio -una empresa- no son lo mismo que las comerciales, pero asumiremos que ésta información, evidente para cualquier neófito de la comunicación, la conocen. Y es por ello que sugiero pasar a lo importante.

En la citada investigación demostramos que las víctimas del #CasoZimapán aún no obtienen justicia.

Y las razones, muy sintetizadas, se resumen en esto: “alguien”, primero, aleccionó a las víctimas para que declarasen conforme sus oscuros intereses y posterior a ello, incluso abusó de ellas. Es terrible dadas sus condiciones de mujer y de ser menores de edad, es decir, porque se encuentran en total indefensión.

Y las pruebas fueron contundentes, mismas que enumeramos, de nueva cuenta, de forma sintetizada. Pese a las atrocidades descritas en las declaraciones de las víctimas, cinco estudios médicos negaron lesiones ginecológicas; de estos, cuatro lo manifestaron directamente y uno más, aunque concluyó lo contrario, de hecho demostró estar en sintonía con el resto -porque las pruebas periciales fotográficas no se pueden manipular-. Los referidos son uno particular y un peritaje en Zimapán; un peritaje y otro particular en Pachuca, todos ellos en la PGJEH, además de un peritaje por la FGR. Ni siquiera incluimos en la cuenta los metadictámenes.

Lo anterior ya, de por sí, da más que elementos suficientes para poner en tela de juicio la veracidad de más de la mitad de los testimonios.

Pero después es cuando la cosa se puso fea. Porque los primeros cuatro estudios corroboraron -el último de ellos, de forma involuntaria- que no había daño proctológico, por lo menos hasta el 23 de junio. Ya al 23 de septiembre, dicho daño se acreditó, con un elemento importantísimo: en estos daños, la ciencia médica determinó que existió la presencia de lesiones temporales, esto es, menores a los diez días, periodo en el que las víctimas solamente convivían con quienes son la parte acusadora del tema en cuestión.

Incluso hay otro elemento. La prueba de VPH practicada a una de las víctimas -la otra no lo tiene- relata una temporalidad muy diferente a la fecha en la que supuestamente ocurrieron los hechos.

Además, los acusados fueron sometidos a pruebas de las que salieron negativo, no así los acusadores, que no han sido sometidos a ellas pese a que fue durante su cuidado que se acreditó el abuso.

Todo lo anterior fue redactado en nuestra investigación de forma clara y elocuente, aportando los elementos para que pudiera ser corroborado.

Es por lo anterior que, asumiendo que existen, preguntamos ¿de verdad les interesa que las víctimas tengan justicia?

Porque ustedes lo saben pero no viene mal recordárselos: las lesiones ginecológicas no desaparecen, es irreversible el daño; en cuanto a las proctológicas, dejan huellas que pueden ser vistas por los especialistas en la ciencia médica.

Dicho lo anterior, al momento de las denuncias, no había daños ginecológicos ni proctológicos; después de la misma, aparecieron proctológicos, dos de ellos temporales, cuando las víctimas sólo estaban en contacto con las denunciantes, lo que abre muchas posibles causas pero señala específicamente sólo a un grupo de responsables.

Sabemos bien nuestra responsabilidad, misma que es la de dar a conocer, con veracidad, hechos periodísticos con todo el rigor que nuestro oficio exige. No estamos para convencer -y qué bueno-, porque hay personas que con todas las evidencias por delante, irrefutables, seguirán con sus convicciones así sean erróneas y no hay fuerza en el mundo que las haga cambiar de parecer.

Aclarado esto, posteriormente revelaremos las posibles motivaciones del delito -la corrupción de menores lo es, además del abuso-, pero no es ese el tema ahora.

Su posición, la de un “colectivo feminista”, debe ser la de buscar justicia.

Porque no sólo se han apropiado de un nombre que alude muchas de las causas justas y deben actuar con dicha responsabilidad, sino que, repito, dos víctimas en condición de vulnerabilidad dependen de su buen juicio.

Es así que si encontrasen otro elemento, comprobable y verificable, que pudiera cambiar el sentido de la narrativa de nuestra investigación, apórtenlo y modificamos todo, faltaba más; si encuentran algún elemento de mentira en nuestro reportaje, griten a los cuatro vientos y expongan a nuestro medio por falsario… pero si lo que encuentran en lo que investigamos es verdad, si las pruebas son corroboradas y el expediente leído, dejen de lado cualquier interés que puedan tener y busquen, como nosotros, justicia para las víctimas, lo cual significa, castigo para los verdaderos responsables.

El valor de estar de lado de una causa justa no se puede medir, es incalculable, simplemente requiere humanidad. Y añadimos que quien no tiene humanidad, no es diferente de cualquier otra bestia y no sólo eso, sino que nunca la recupera.

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