Jorge Luis Bautista
Sólo es cuestión de tiempo, expresión alentadora para algunos y de fatalidad para otros, como ya casi todo lo expresado por la humanidad, lo que es bueno para algunos, necesariamente debe ser malo para otros.
Y la bondad o maldad de la expresión y del acto, sólo se cuantifica y cualifica en razón de que sirve o perjudica a las mayorías.
Desde que se les ocurrió dividir a la gente entre buenos y malos, pobres y ricos, güeros y prietos, chaparros y grandotes, peones y patrones, creyentes y ateos, etcétera, etcétera, se consiguió (con la ayuda de los medios informativos y de las instituciones, todas, regenteadas por ellos) que lo bueno para las minorías rapaces sea visto como legal y normal.
Invirtieron a la normalidad de este mundo lo bueno para los controladores y repartidores (que siempre han sido y son minorías), nos lo presentan como legal y normal, y lo malo para las mayorías (que siempre ha sido diabólicamente dosificado) le ponen el disfraz de bondad, destino o suerte, o cualquier otra ocurrencia maldita que nos dan a tragar, insisto, por medio de sus instituciones o dependencias, como cínicamente les llaman.
Todo ese escenario fatal tiene como exigencia y pilar principal a la ignorancia. Con tener omnipresente a la ignorancia, se asegura ese orden de cosas. El fomento de la misma es el motivo, causa y motor que nueve a esas minorías hambrientas.
Antes se cultivaba la ignorancia con la desinformación, hoy lo hacen con la sobreinformación, a fin de cuentas, ambos estadios representan lo mismo, imbecilidad construida para poder manipular y robar a las mayorías. ¡A ojos vistos!
Mientras no se rompan esas leyes ocultas que ordenan y exigen la proliferación de los pobres e ignorantes como única forma de sostener a los pocos ricos, eso no cambiará. Antes, el aislamiento hacía una gran parte de la chamba, hoy, al romperse el cerco, se recurre a los grandes demonios como lo son las guerras y conflictos artificiales entre hermanos, la destrucción de lo avanzado en las democracias, el retorno de los amorosos de las masacres llamados fascistas, el financiamiento para la proliferación de sectas y religiones, la manipulación de las variantes económicas por medio de falsas devaluaciones, la destrucción de todo esquema productivo nacido de la sociedad, la total dependencia alimentaria, tecnológica, energética y de salud.
En fin, están los malosos en la cresta y clímax de su éxito, pero todo es cuestión de tiempo, su milenaria buena suerte debe terminar, solo es cuestión de tiempo.