La Hoguera
Emmanuel Ameth
Hace unos días se inauguró un puente vial como parte del proyecto de la Supervía Colosio, uno que contempla un traslado rápido de oriente a poniente de la capital hidalguense y que beneficia a decenas de miles de personas.
El proyecto para el desarrollo de las vías de comunicación sin embargo, tiene sus aristas.
Porque por un lado, se aprecia que es al automovilista al que beneficia, estimado apenas en un 30% de los pobladores que viajan por dicha alternativa y sólo si estos transitan por dicha zona… por el otro sin embargo, tiene características que hacen sospechar sobre sus verdaderos fines.
Porque el puente, en esta primera fase de su segunda etapa, beneficia un solo sentido: la entrada hacia aquellos desarrollos inmobiliarios donde destacan las inversiones de políticos hidalguenses, entre ellos, facilitar la entrada a los condominios edificados por el exgobernador Jesús Murillo Karam en dicha zona de la ciudad antes de los otros, donde por cierto hay más habitantes.
Tal vez sea cuestión de una imaginación con tendencia a elucubraciones, pero en este momento, pareciera que en lugar de interconectar, separa las zonas con carencias de aquellas donde el poder adquisitivo es mucho más importante, pues los primeros siempre transitan por debajo, con tráfico, mientras los segundos acceden de forma directa a sus hogares; es más, teniendo más salidas hacia sus destinos, pareciera que se aísla a aquellas zonas menos beneficiadas por el ’progreso’.
La condición recuerda Colinas de Plata, donde las vías favorecen la entrada hacia el centro comercial -y en menor parte hacia el fraccionamiento- pero donde la salida resulta complicada para los automovilistas: vayan, compren, y ya después se las arreglan como puedan para poder salir.
El puente atirantado que se anunció para otro tramo de la vía Colosio es más equitativo, pues en ambos sentidos se aprecia una misma disposición de recursos e incluso dará vista -esperemos que sin costos extra- a la capital.
Y no es que se esté en contra del desarrollo, pero este tal vez debería darse a la par que en otras zonas de la entidad que tienen un olvido histórico como es el caso de Tlahuiltepa, donde en la actualidad, es el único municipio -indígena por cierto- donde la cabecera municipal sigue sin estar pavimentada siquiera en sus principales vialidades.
