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Los claros oscuros de la política Mexicana

Los claros oscuros de la política Mexicana

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Agosto 24, 2018 13:42 hrs.
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Ernesto Ortiz Diego › Emmanuel Ameth Noticias

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Agradezco el honor y también el privilegio de haber sido invitado por el doctor Fernando Lasso Echeverría para comentar por segunda ocasión su prodigioso libro ’Los claroscuros de la política mexicana’, la primera vez que comenté este libro fue en el año 2014 en la ciudad de Chilpancingo, y parece que fue ayer, porque los temas que él analiza con el rigor científico de las ciencias sociales y las humanidades en las 463 páginas, siguen teniendo enorme trascendencia y actualidad. Son temas estructurales y a la vez de coyuntura. Agradezco también a la Licenciada Gabriela Cortines Tapia, directora de Vinculación y Difusión de la Universidad Tecnológica del Estado de Guerrero, por habernos invitado a la presentación del presente texto. Es difícil que un libro pueda reunir estas dos características: estructural y coyuntura, esta última característica me refiero al proceso presidencial con el triunfo arrollados de Andrés Manuel López Obrador, que al final le dedicaré unos breves comentarios.

Con gran beneplácito hemos visto publicado el libro Los claroscuros de la política mexicana, escrito por el doctor Fernando Lasso Echeverría, especialista en dermatología, con quien comparto inquietudes teóricas acerca de temáticas que tienen gran relevancia en el campo de la ciencia política, la sociología, la historia y en el análisis político de coyuntura.

Este excelente libro que hoy presentamos a la (sociedad estudiosa de la Universidad Tecnológica del Estado de Guerrero) esperamos que sea bien recibido, porque el objetivo del texto constituye el hilo conductor de un análisis de todas las etapas de nuestra formación social mexicana, desde la Colonia hasta la época actual. Además, el libro se reviste de una narrativa mayor con el prólogo escrito por el licenciado Juan Pablo Leyva y Córdoba, notario público, jurista y escritor de gran talento.

El doctor Fernando Lasso Echeverría dedicó siete años de su vida portentosa para escribir el libro Los claroscuros de la política mexicana, combinando su práctica de la ciencia médica con especialidad en dermatología, con la historia de México y la ciencia política, que no son de su especialidad, pero que maneja los conceptos como si fuera un historiador y politólogo formado en la academia.

Como sostenía el filósofo Luis Villoro y ahora sostiene Mauricio Tenorio, michoacano, doctor en historia, profesor de la Universidad de Chicago: ’La historia no solo es obra de los historiadores, sino del ejercicio espontáneo de personas’, que buscan comprender los lazos que las unen a su comunidad. Entender el pasado forma parte de la toma de conciencia de uno mismo, porque las creencias al respecto, dan forma, así sea de manera en relación a actitudes con el presente, y guían nuestros juicios a propósito de la realidad inmediata.

El doctor Fernando Lasso, es de aquellos historiadores autodidactas, de los que critican de lo que afirman muchos historiadores en el sentido de que la historia tiene que ser memoria de los testigos y que se debe escribir a partir de testimonios de los sobrevivientes, como ya hay muchas; y una tendencia a declarar que la historia por el mero hecho de ser historia es mentira porque está escrita desde el poder y entonces hay que dudar de lo que los historiadores dicen o escriben desde la élite del poder. De los ’intelectuales orgánicos’, como escribió Antonio Gramsci.

El texto constituye una reflexión crítica desde la Colonia, pasando por la Guerra de Independencia, la época independiente, el Porfiriato, la Revuelta de 1910, el Cardenismo, y así sucesivamente, hasta instalarse en la época actual. En todas estas etapas, el autor escribe una reflexión crítica sobre los gobiernos surgidos del PRI y del PAN, el famoso PRIAN, ahora en decadencia a partir del uno de julio; asimismo, escribe sobre la sociedad mexicana y los problemas del hombre actual, en busca de soluciones prácticas para el impulso de la democracia presente y futura.

Para el doctor Lasso, la desacralización de la política significa la posibilidad de someter a la discusión pública problemas tratados anteriormente a través de monopolios interpretativos como el ejercido por la iglesia católica. Esos elementos pasan a formar parte de la discusión pública y se vuelven, por tanto, susceptibles de argumentación racional.

La composición del libro que hoy comentamos, se estructura en 19 capítulos, se inicia con un prólogo, seguido de una Introducción que ilustra la narrativa que contiene el texto, comienza analizando cuatro etapas de nuestra formación social mexicana: la Colonia y la Guerra de Independentista, la época independiente, la porfirista y la revuelta de 1910. Posteriormente, escribe sobre cuatrienios y sexenios de los gobiernos mexicanos. Pero no los llama como cuatrienios y sexenios, sino que los adjetiviza, por ejemplo: el gobierno de Venustiano Carranza, lo nombra El ’régimen constitucionalista’; los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, ’Los sonorenses en el poder’; el gobierno de Lázaro Cárdenas, ’El gobierno cardenista’; el gobierno de Manuel Ávila Camacho, ’El retorno de la reacción’; el gobierno de Miguel Alemán, ’La corrupción en el poder’; el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, ’Un gobierno austero’; el gobierno de Adolfo López Mateos, ’El carisma del poder’; el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, ’El arribo del autoritarismo’; el gobierno de Luis Echeverría Álvarez, ’El Echeverriato o la llegada al poder del hombre que nadie conocía’; el gobierno de José López Portillo, ’La hidalguía en la cumbre del poder’; el gobierno de Miguel de la Madrid, ’La tecnocracia como clase gobernante’; el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, ’El Salinato o el Neoliberalismo a todo galope’; el gobierno de Ernesto Zedillo, ’El hombre que nunca pensó ser presidente’; el gobierno de Vicente Fox, ’La copresidencia’; el gobierno de Felipe Calderón, ’Otra presidencia de dudosa legitimidad’.

Para el análisis de la política mexicana, el autor escribe dos zonas, una clara y otra oscura. La primera como si fuera el periodo de la Ilustración o el de las Luces; y la segunda, como si fuera el periodo del oscurantismo, o del retroceso, de ahí el concepto de claroscuro.

La lectura de las 463 páginas del libro del doctor Fernando Lasso, me hace percibir los siguientes claroscuros de los gobiernos que ha tenido México cuando termina la revuelta de 1910:

El claro del gobierno de Venustiano Carranza, fue el lanzamiento del Plan de Guadalupe en 1913 para derrocar al chacal Victoriano Huerta y la Constitución de 1917. El oscuro, es que desde la presidencia del carrancismo salió la orden para asesinar al general Emiliano Zapata.

El claro del gobierno de Álvaro Obregón, es la creación de la Secretaría de Educación Pública y nombrar como su primer secretario a José Vasconcelos, ’El maestro de América’; el oscuro, es el asesinato del presidente Venustiano Carranza.

El claro del gobierno de Plutarco Elías Calles, es el creador de instituciones y la pacificación para dirimir las controversias por el poder político; el oscuro, fue el asesinato del general Francisco Villa.

El claro del gobierno de Lázaro Cárdenas, es la reforma agraria, la educación socialista y expropiación petrolera; el oscuro, es que no haya apoyado la candidatura de quien pudo haber sido su digno sucesor y continuador del proyecto reformador, el general Francisco J. Mújica, y haber permitido la imposición de la candidatura del general Manuel Ávila Camacho, y posteriormente, haber aceptado el fraude electoral en contra del general Juan Andrew Almazán, guerrerense de Olinalá.

El claro del gobierno de Manuel Ávila Camacho, fue un gobierno plural y de reconciliación del Estado y la Iglesia; el oscuro, fue que su hermano Maximino Ávila Camacho junto con Gonzalo N. Santos cometieron atrocidades, asesinatos y fraudes electorales en total impunidad.

El claro del gobierno de Miguel Alemán Valdés, es la creación de la Ciudad Universitaria donde se asienta la UNAM y el embellecimiento de Acapulco; el oscuro, la enorme corrupción que hubo en su sexenio.

El claro en el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, es haber concedido el voto a la mujer en 1953; el oscuro, es la represión que sufrieron los líderes de los sindicatos de izquierda como el magisterio que lideraba el guerrerense Othón Salazar.

El claro en el gobierno de Adolfo López Mateos, le dio a México proyección internacional; el oscuro, la represión a los líderes ferrocarrileros. Demetrio Vallejo y Valentín Campa, quienes fueron encarcelados durante muchos años.

El claro en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, la devolución de los terrenos de El Chamizal a México por parte del gobierno de los Estados Unidos, en El Chamizal se encuentra Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez; el oscuro, la matanza de la Noche de Tlatelolco en 1968, cuya crónica la escribió Elena Poniatowska.

El claro en el gobierno de Luis Echeverría Álvarez, es la firma y proyección internacional que le dio a La Carta de los Derechos y Deberes de los Estados, junto con el doctor Salvador Allende, presidente de Chile; el oscuro, la masacre del ’jueves de corpus’ el 10 de junio de 1971.

El claro en el gobierno de José López Portillo, es su cultura y teórico del Estado; el oscuro, la crisis económica y la enorme deuda pública, además su vida frívola.

El claro en el gobierno de Miguel de la Madrid, es su preparación jurídica y ser teórico del Derecho Constitucional; el oscuro, con él se inició la tecnocracia y haber seleccionado como su sucesor a Carlos Salinas de Gortari.

El claro en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, su doctorado en la Universidad de Harvard; el oscuro, con él se acentuó el Neoliberalismo, la firma del TLC, el adelgazamiento del Estado, la venta Telmex a Carlos Slim y la enorme corrupción.

El claro en el gobierno de Ernesto Zedillo, su doctorado en la Universidad de Yale y haber metido a la cárcel a Raúl Salinas de Gortari; su oscuro, al final de su sexenio el PRI el que suponía que era su partido fue derrotado por el PAN a nivel presidencial, algo que no había ocurrido durante 71 años.

El claro de Vicente Fox, triunfó como candidato presidencial por el PAN en forma democrática; el oscuro, haber permitido el excesivo activismo político de Martha Sahagún, que violaba los artículos de la Constitución 75 y 80, que señala que el Poder Ejecutivo de la Federación descansa en ’un solo individuo’ denominado ’Presidente de los Estados Unidos Mexicanos’ o ’Presidente de la República’, sin embargo, el protagonismo de la ’ex primera dama’, daba la impresión de que en México en el sexenio: 2000-2006 era una ’copresidencia’ o ’presidencial dual’; además Fox fingió demencia frente a la corrupción de sus hijastros, los hermanos Bribiesca: Manuel, Jorge Alberto y Fernando, quienes se convirtieron en multimillonarios bajo la sombra corrupta de su madre Martha.

El claro de Felipe Calderón, su decisión de participar en el proceso interno del PAN para convertirse en su candidato presidencial, pese al apoyo de Fox a Santiago Creel, renunciando a la Secretaría de Energía anticipadamente; el oscuro, su ascenso al poder fue a través de un fraude electoral, porque el triunfador en el 2006 fue Andrés Manuel López Obrador, del PRD.

Hago un paréntesis porque por primera vez en 78 años México tiene a partir del domingo uno de julio de 2018, un Presidente de izquierda, me refiero a Andrés Manuel López Obrador, que coloca en la agenda de la igualdad en el centro del proyecto de la Cuarta Transformación.

Como escribió en fecha reciente el politólogo Jesús Silva-Herzog Márquez: Andrés Manuel López Obrador será el primer Presidente de izquierda desde el cardenismo. Puede ser en muchos aspectos un conservador pero es un conservador de izquierda, es un nacionalista pero es un nacionalista de izquierda. Esta alternancia político-ideológica desde la izquierda normaliza nuestra vida pública (Jesús Silva-Herzog Márquez, Apuntes apresurados, Reforma, 2/julio/2018).

Más de treinta millones de sufragios por López Obrador, equivalentes a 53% del total en números redondos. Se rompe la barrera ’sicológica’ del cincuenta por ciento —el último en lograrlo: Carlos Salinas de Gortari (1988) con 50.36%— y se dota al próximo presidente de la República de una ’legitimidad’ inesperada hace apenas unos días. En consecuencia, la convicción de académicos y comentaristas especializados sobre la irreversible dispersión del sufragio y la representación fracturada, resulta drásticamente contrariada. Fenómeno político, social, organizativo, que puede frasearse en otros términos: López Obrador logra sumar 8 millones de votos a lo obtenido en el 2012 (15 896 999) y superar por casi cinco millones lo cosechado por Enrique Peña Nieto (19 226 784).

La derrota del PRI del uno de julio, fue más contundente de la que sufrió Manlio Fabio Beltrones el 5 de 2016, perdió 7 de 12 gubernaturas, y sin que se lo pudiera el presidente Enrique Peña Nieto que renunciara, él renunció con dignidad a la presidente del partido. En cambio René Juárez Cisneros, como presidente del PRI perdió 8 gubernaturas y la jefatura de la Ciudad de México, el Senado de la República y la Cámara de Diputados, es decir de todas, todas, y sin embargo, no ha renunciado a la dirigencia, da la impresión de que quiere continuar, frente a las protestas de la Corriente Democrática Interna del PRI que encabeza Ulises Ruiz Ortiz, exgobernador de Oaxaca.

’Con el triunfo de Andrés Manuel, ésta es una excelente oportunidad para que los jóvenes, hoy mayoritariamente abandonados y muchas veces criminalizados, asuman un papel central, más allá por supuesto de la coyuntura electoral. Es sobre todo la gran oportunidad para sumar esfuerzos que contribuyan a la mejoría de nuestro país’ (Mtro. David Fernández Dávalos, S.J. Rector de la Universidad Iberoamericana Santa Fe, Revista IBERO, Núm, 56, junio-julio de 2018).

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