La Hoguera

El ocaso de Osorio Chong

El ocaso de Osorio Chong


Política
Enero 29, 2024 05:02 hrs.
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Emmanuel Ameth › Emmanuel Ameth Noticias

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Era enero de 2018 cuando Miguel Ángel Osorio Chong renunciaba a su cargo como Secretario de Gobernación para contender por la candidatura priista a la presidencia de la República con la intención de suceder a Enrique Peña Nieto; lo que se dibujaba como un nuevo y brillante futuro para el político hidalguense, hasta ese momento empachado de poder, terminó por convertirse en un fiasco del que todavía no ha tocado fondo.

Los vicios acumulados por él y por toda la camarilla del Grupo Hidalgo que llevó a la administración federal terminaron por cobrarles factura, pues durante dicho mandato, recordado por ser uno de los más corruptos en la historia moderna, gracias en mucho a su gestión y a la de sus cercanos, terminaron por sepultar al otrora poderoso partido que hoy lucha por no desaparecer.

Gracias a Encuentro Social, vigente hasta ese momento, fue que tras la negativa a abanderar el tricolor todavía pudiera conseguir un resquicio donde colarse y conseguir una curul que le daba impunidad por 6 años; es más, con la coordinación de la fracción tricolor aún era capaz de consensar -o chantajear, según el caso- para seguir estando presente en la vida pública del país.

Pero como su posición la debía al cargo y no al liderazgo, a nadie sorprendió que, en los hechos, de entre la minibancada priista sólo se coordinara a él mismo y a Nuvia Mayorga, mujer de toda su confianza que nunca despuntó como política aunque sí como la administradora financiera visible de su grupo político.

Con las noticias sobre su probable participación en diversos actos de corrupción que se fueron destapando a lo largo del sexenio según el momento electoral o legislativo, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lo fue amansando hasta convertirlo en un colaborador incondicional.

En política, los recursos sirven también para amasar poder y el poder a su vez sirve para gozar de impunidad. Formado como político de la vieja escuela priista, aprendió que el dinero es indispensable para poder operar… y desde que fue gobernador de Hidalgo, como otros antes que él, esa parte la resolvió de sobra mediante la actividad empresarial vía prestanombres o vía su propia familia. Olvidó sin embargo que en el propio PRI la corrupción nunca ha sido objeto de castigo como sí lo es el descaro y el abuso.

Porque para acumular en los niveles que él lo hizo requiere de poder, pues con la ausencia del mismo, se vive en la zozobra que en cualquier momento le puede ser incautado, especialmente cuando no se tuvo cuidado en hacer las operaciones creyendo que siempre se estaría en la cima.

Para un político que se sentía intocable, decir que en el último sexenio su mayor ’logro’ -y consuelo- fue el de renunciar a su partido antes de ser expulsado dice mucho sobre su caída. Además, quien lo terminó de sepultar en la arena pública fue ni más ni menos que el máximo perdedor que el tricolor haya tenido en la historia de su dirigencia, ni siquiera tuvo que ser un personaje histórico.

A ello hay que sumar que la justicia alcanzó a su mentor Jesús Murillo Karam, lo que le obligó a poner sus barbas a remojar y a moverse en el terreno de las negociaciones y los acuerdos, uno al que su ego le había impedido desenvolverse acostumbrado a tener la última palabra.

Ninguneado, regresó a amistades que en otro momento había despreciado en un acto de desesperación. Le abrieron la puerta al Partido Verde, pero le pagaron con la misma moneda que él usó como cambio: la traición. Y es que la franquicia del tucán le fue dada a otro de sus enemigos políticos, el exgobernador Omar Fayad, quien embelesado ante la oportunidad de meterle el pie le cerró las puertas sin chistar tras el ’agravio’ de haber sido subestimado.

El tiempo puso a Osorio Chong en su lugar.

Sin padrinos, con pocos amigos y sin un cargo que le otorgue impunidad por unos años más, las citas y las pláticas ya se hacen con personajes de medio pelo para abajo, buscando que intercedan por él para darle audiencia con alguien que tenga poder de decisión. Cuando es el cargo y no el liderazgo el que da poder, se abre una brecha abismal entre el éxito conseguido con recursos y el capital político generado, pues mientras al primero le sobran cuentas para amasarse, el segundo tiene saldo negativo.

Para enaltecer su historia de vida y vender una humildad que en caso de haber existido hace mucho que perdió, en una entrevista Osorio Chong manifestó que de joven uno de sus tíos le propuso visitar casas para vender shampoo, tomando otros empleos similares para llevar sustento a su familia (aunque ciertamente sus padres nunca lo necesitaron laborando en el IMSS, padeciendo el mismo síndrome que Xóchitl).

Es así que su actividad política que otrora le diera poder y fortuna, incluso un título universitario en extrañas circunstancias, hoy lo tienen fuera de la jugada y sin la posibilidad de regresar, pues aún si fueran muchos los años de empuje que le resten para tratar de regresar a la vida pública, parecen pocos para enmendar los abusos y los excesos con los que se le recuerda.

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