¿Es López Obrador más de lo mismo?, ¿es una reedición del PRI histórico?, ¿por qué si es una reencarnación del PRI entonces genera tanta aversión entre los militantes de ese partido?
No hay plazo que no se cumpla, ni día que no se llegue, así el 1 de diciembre, Andrés Manuel López Obrador tomó posesión de su anhelado cargo como presidente de México, en medio de una expectativa que ni siquiera Vicente Fox obtuvo después de haber terminado con los 70 años de gobiernos del PRI.
Inicia con un 63 por ciento de aprobación, con el respaldo de la mayor votación histórica del país, con mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados, en 19 Congresos Locales y muchas condiciones para poder enderezar el rumbo. El mandato de las urnas, fue más claro que nunca, las personas piden un cambio de rumbo.
Y el habla mucho de esto en sus discursos, habla de que no es un cambio de gobierno, ni de colores, sino un cambio de régimen y todo lo que esto conlleva, atacar de manera radical (de raíz) los vicios que impiden el despegue del país, ha identificado como la mayoría de los mexicanos, que el centro del problema está en el combate a la corrupción, así la mayor parte de su mensaje se centra en acciones para erradicarlo en todos los niveles.
Un cambio de régimen implica muchas cosas, una lista larga: elecciones limpias, consulta ciudadana, transparencia total en ejercicio de gastos, transparencia en ingresos y propiedades de todo tipo de funcionarios, licitaciones abiertas, cero compadrazgos y amiguismo en el gobierno, jueces incorruptibles, autoridades electorales independientes, limpiar el sistema carcelario, impartición de justicia gratuita y expedita, mejorar el salario mínimo, acceso universal a los servicios de salud, obra pública de calidad, respeto a la división de poderes, respeto y recomposición del medio ambiente, separación de la iglesia y el Estado, reducir la disparidad de sueldos y salarios, no usar los programas sociales para beneficiar a un político y un largo etcétera para regenerar la vida nacional.
Hoy ha iniciado, la magia no existe, pero si llegarán los plazos en que demuestre que del dicho al hecho se ha reducido el trecho, porque también es cierto que tanto poder, tanta voluntad y tanta esperanza depositada en un gobierno es buena para echar a andar los cambios que se ofrecen y que se piden, el cambio de régimen lo amerita.
Si AMLO cumple con la mitad de lo que ha dicho y ofrecido, no será un paso, será un gran salto para México y entonces habrán tenido razón los que temían su llegada al poder, otro tantos se darán cuenta que no era una etapa más del PRI y muchos más, la mayoría, habrán sabido que valió la pena jugársela con el Peje. Pero de las palabras a los hechos, el trecho espera.
